jueves, 10 de noviembre de 2011

El patronimico de Humberto D

“Umberto D”, 1952, Vittorio de Sicca
Los lazos familiares y el trabajo, que durante la juventud y la adultez construimos y sembramos para recoger al final de nuestros días, en la llamada tercera edad o vejez……….el paraíso soñado, recibir dinero sin trabajar y poder disfrutar de los lazos consolidados.
¿Pero qué queda? ¿Cual lazo familiar?….No hay Padre, ni Madre, ni hermanos, ni esposa, ni hijos, ni nietos, ni amigos…No hay lazos, estamos desanudados, desenlazados y en vez de “vivir”, el dinero que recibimos, no alcanza para “sobrevivir “.
Se ha trabajado en lo público (el ministerio de obras públicas) y donde ha quedado lo privado ?. El individuo en la quiebra, solo, sin lazo con lo propio, sin casa, sin lugar.
Y el trabajo, que debió dejar al menos una “pensión “, el valor monetario que la cultura le da al tiempo y al espacio de las personas que tuvieron la “suerte” de trabajar durante veinte años de su vida, deja una “pensión- dinero” para tratar de sobrevivir en una “pensión- lugar” que no equilibra el esfuerzo realizado, lugar del cual solo existe la posibilidad de que sea prestado o mejor dicho alquilado, no le pertenece.
Y entonces, queda la mascota que escucha a Umberto, lo ve, lo salva y lo acerca a lo natural, al tiempo que lo cultural lo ignora; entonces el apellido paterno, que lega la cultura como primacía del Padre, queda relegado a su primera letra, y definirse como Umberto D, en donde lo patronímico definitivamente se queda corto.


Elizabeth Acero Matallana
Cine Club Míster Meeblees
Marzo 5 de 2011

Entre el placer y el displacer

François Truffaut, Entre el Placer y el Displacer



La infancia, la mujer, la familia, el amor de pareja, el amor a los hijos, la cultura y lo moderno, son los temas centrales de la obra cinematográfica de François Truffaut. Desglosaré, a partir de la infancia, algunos de estos temas que desarrolla en sus películas, hasta su temprana muerte, cuando apenas comenzaba a Vivir(1), a la edad de 52 años.

La infancia es contada a partir de su propia historia, en la que podría ser su mejor película, Los Cuatrocientos Golpes (aunque nunca sabremos porqué el número de golpes, podrían ser mil, o quinientos). Físicamente, literalmente, hay una bofetada del Padre-padrastro cuando el niño es descubierto en la mentira que justifica su ausencia del colegio: -Ha muerto mi madre-, dice el niño a manera de excusa. ¿Y no es acaso la muerte de la madre y del padre, el paso necesario para salir de la infancia? ¿No es la ausencia de la madre, la que nos hace simbolizar su presencia y registrar el ingreso a la cultura, al lenguaje?

El lenguaje que nos atrapa con los bordes de cada palabra, el que buscamos siempre en las lecturas, de Balzac, o en los libros que se incendian en fahrenheit 451, o la palabra que esperamos oír y no llega, la madre que nos abraza y se ausenta para que sea el motor de nuestra eterna espera. Y corremos agitados en su búsqueda inefable, indescifrable, hacia lo profundo, lo inmenso, el mar soñado. Cuando vemos la palabra “Fin” y nos mira Antoine (el niño), él sabe que lo vemos, pero él no nos ve; él sabe que se desnudó ante el otro y quiere recoger esa mirada, la mirada ajena. Y así salimos de la infancia, o de los golpes que nos acercan al otro para encontrarnos.


La mujer (Christine), ese otro, que no es la madre, pero en la que siempre la buscamos; a quien le robamos unos besos, los mejores, porque tenemos la ilusión que los robamos; pero que una vez hacemos domicilio con ella, con el yugo de ella (con-yugal), nos damos a la fuga, para seguir buscando la piel suave de ese objeto perdido, de esa ausencia que nos mata y nos llena de deseos de vivir.

Y recordamos que los niños son más fuertes que lo que creemos, que tienen la piel dura y los golpes que reciben no siempre son aliento para salir al encuentro del otro; que llevamos un pequeño salvaje en nuestro corazón, del que jamás logramos olvidarnos; que siempre se retorna al agua, a la lluvia, al nacimiento y renacimiento de nuestra búsqueda del otro o de nosotros mismos.

Como Adela Hugo, que huye del Padre, para buscarlo en aquel que simplemente lo sustituye, para rechazarla, ser de otra, estar con otra. Sin embargo, insiste en su lucha de encuentro hasta llegar al desencuentro liberador, al oscuro objeto del deseo (2), que simplemente es la búsqueda incesante de aquello que no podemos alcanzar.




Texto de:
Elizabeth Acero Matallana

Las Noches de Cabiria de Fellini

Las Noches de Cabiria, Federico Fellini, 1957
Una mujer protagoniza esta historia, huérfana de Padre y Madre desde muy pequeña. Es una mujer que sueña con el amor, con la caricia y el beso. Sola, ha construido su “lugar “vendiendo caricias ajenas…….sin recibirlas, lo que le permite decir orgullosa que nunca ha dormido  debajo de un puente.
Y en ese sueño y recorrido por esa búsqueda de afecto se encuentra con hombres que aprovechan esa necesidad y su enajenamiento, para asaltarla, para saltar sobre ella y desapropiarla de lo que ha construido, por pequeño que sea; Solo el artista, el artista reconocido como tal, no se aprovecha de la ingenuidad de Cabiria.
En la hipnosis colectiva de una sociedad atravesada por la devoción a la Madre, se acude con fe  para que, ¿sin pedir nada a cambio?, se conceda  lo que se pide: caminar libres, ser dueños, ser dignos de una caricia o cambiar de rumbo porque se siente equivocado. Pero la Madre, no concede eso deseos, ni el mago que en espectáculo, con palabras y signos, hipnotiza al otro, para burlarse de él.
Esas caricias que vende Cabiria, en el papel de vendedora de caricias luego  las compra muy caro a quien se las dá en el papel de compradora de las mismas y entra en juego la prostitución de la sociedad, que promueve   el amor a cambio de algo, llámese dinero, compañía, prestigio. Todo el tiempo está hipnotizada Cabiria por el  Otro, alguien con poder con la palabra, que la atrapa, la seduce y la convence hacia donde ir o huir, y encadenada a esas palabras, va obsesivamente ciega tras ese sueño ajeno.
Es necesario estar al borde del abismo para despertar de lo que creía un sueño que la realidad demuestra como una pesadilla y es entonces cuando se dá el encuentro o reencuentro con la solidaridad del Otro, aquel que a cambio de nada, le brinda un amable canto a la vida, y al sentimiento  y posibilidad de estar viva, viva sin cadenas.
¡Solo en el borde del abismo, ante la inminencia de la muerte existe la opción de tomar la decisión de despertar, por doloroso que sea, a la realidad y empezar a construir el propio camino!

Elizabeth Acero Matallana
Cine Club Míster Meebles.
Marzo 28 de 2011 

El camino de Fellini

“La Estrada”, 1957. Federico Fellini. 
En el circo de la vida, donde actúan locos en la cuerda floja o grotescos personajes que rompen cadenas gruesas, aparece Gelsomina, (una niña sin Padre y con una  Madre que la abandona a cambio de dinero) que con ojos curiosos y expectantes busca su lugar sembrando semillas de tomates frescos y se sorprende de la vida, de la música y del ritmo de la vera del camino.
Los protagonistas del circo viajan a diferentes lugares y pretenden animar el discurso rígido de los lugares que visitan, mostrando que se pueden romper cadenas, respirando fuertemente, y además que  se puede caminar entre la tierra y el cielo, sobre el aire, apenas soportado por una cuerda que se pisa, respirando suavemente.
La muerte, que es fiel compañera de la vida, la encuentra el loco, en manos de Zampanó, quien enfurecido golpea la cabeza soñadora de un hombre capaz de caminar entre el cielo y la tierra, para lo que necesita más corazón que fuerza; es la forma que encuentra Zampanó  de matar sus sueños.
Gelsomina, observadora y veraz, es la conciencia de Zampanó, quien quiere ocultar su pecado, el pecado de no aceptar el corazón o la capacidad de soñar, de acercarse al cielo, al cielo de aceptar y encontrar al otro.
Esa niña que no alcanza a ser mujer, rompe las cadenas de su pasado sin lugar, corta la cadena que la ata a Zampanó y transforma en música y en ritmo su vida   ¡!! Es un final feliz para Gelsomina!! ! Queda atrapada en su canto a la vida.
Lo natural, tiene ritmo y armonía como la música que encuentra Gelsomina en la trompeta, y lo cultural debe aportar rumbo, norte y la posibilidad de construir caminos, para lo que se requiere de fuerza, algunas veces enorme, y el poder que dá creer en el sueño de construirlo.
El circo representa la contranatura, el desafío a las fuerzas de la naturaleza y ¿la contracultura ?... ¿el desafío a las leyes de la Cultura? Matar es prohibido, incluso matar los sueños,….. de los otros y aún más los propios.
Sobre la tierra, con el cuerpo tendido en ella, llora Zampanó el enorme peso de la soledad, de la noche oscura y de las olas ondeantes y espumosas de la vida sin rumbo, sin norte, sin amor y sin perdón. La posibilidad del Padre, rector y promulgador de Ley es un papel que Zampanó perdió y por tanto, desvalido llora su desgracia.

Elizabeth Acero Matallana
Cine Club Míster Meebles
Marzo 21 de 2011

La dolce vita de Fellini

La Dolce Vita, Federico Fellini, 1960
Marcelo  un periodista, recorre  Roma, desde el aire con la cámara fotográfica de “Paparazzo” a lo largo y ancho de una ciudad con historia,  que guarda vestigios en ruinas, una gran cúpula de San Pedro y edificaciones modernas de la posguerra de 7 y 8 pisos, con escaleras de formas sui generis que producen sensaciones desconocidas.
En el suelo, al descender Marcelo, sigue recorriendo la ciudad en una permanente búsqueda de noticia, de conocimiento, con la necesidad de estar presente en los hechos que construyen ciudad y en ese recorrido visita el apartamento de una prostituta,… el parque donde esperan sin resultado que aparezca la Virgen, La Madonna...el parque de La Fontana ,donde junto a las esculturas de Nicola Salvi , la escultórica Anita Ekberg y Marcelo protagonizan una de las escenas más famosas del cine y en dondeen el 19 a. C., supuestamente con la ayuda de una virgen, los técnicos romanos localizaron una fuente de agua pura “…el apartamento de un amigo escritor… restaurantes y sitios nocturnos,..castillos de la aristocracia de cuentos perdidos y en decadencia.
Los protagonistas de estos lugares son parejas sin hijos, hombres y mujeres sin norte, tratando de encontrar en el sexo… en la palabra…en los sonidos abstractos y pre-grabados de la naturaleza… en la esperanza de la aparición de la Virgen… en la obsesión por la pareja… en el padre ausente, en medio de un vacio de sí mismos que no lo cubre el Otro, al que se manipula al igual que la noticia y la imagen vendida al mejor postor.
El mar, con su inmensurable oleaje, presencia y esencia es el telón de fondo del sueño de una máquina de escribir tecleada en libertad y es el camino que puede escoger Marcelo….o sencillamente no escucharlo y seguir pescando la noticia grande, muerta con los ojos abiertos, solitaria e inerme.
Encontrar lo dulce de la vida…encontrar al Otro y a sí mismo, definitivamente e irremediablemente perdidos del contacto con lo Natural.
Las mujeres de Fellini en este recorrido están o son golpeadas y su mirada está oculta por unas gafas oscuras que sombrean la visión y la realidad, en su búsqueda a tientas en el hombre como objeto, pobres de ideales, sin contacto consigo mismas. La virgen no aparece tampoco y queda la pregunta ¿¿¿En dónde está lo dulce de la vida??
En la iglesia por construir…en la música…en lo natural…en la pareja…en el Padre perdido…en la orgia sin límite…en la palabra por decir…en la desesperanza de la poesía…en la ausencia de dolor y la presencia de placer sin medida…..en una vida sin ideales que frustrar, sin sueños, sin preguntas…vendiendo lo que hacemos al mejor postor.
La esperanza de la MADRE no aparece y se sueña presente en una iglesia por construir y el PADRE está de viaje por los cielos lejanos hacia algún lugar que desconocemos.
¿Hacia dónde va el  PADRE?

Elizabeth Acero Matallana
Cine Club Mister Meebles.
Abril 11 de 2011

El gatopardo de Visconti

El  Gatopardo, Luchino Visconti, 1962
Burt Lancaster, interpreta magistralmente al Príncipe de Salina, una región italiana  donde ejerce el principado cuyo escudo de armas está representado por un leopardo.
En la religión y su forma de orar repetida y reiterativamente en un idioma no nativo, el latín, a través del rosario a la Virgen, se estrechan los lazos de comunicación de una familia de 7 hijos, una Madre y un Padre acompañados de muchos sirvientes. Las familias italianas son numerosas, incluso las aristocráticas del siglo XIX (1860), rodeadas de arte en cuadros, y esculturas, fastuosidad y comodidades  propias del palacio del noble que hereda genéticamente su poder.
Tancredi, interpretado por Alain Delon, es el sobrino del príncipe, que se une a la revolución del pueblo con ayuda monetaria que le dá el príncipe para “ que no pase problemas en ella “; el pueblo se toma el poder con un ejército rojo, lo que no evita que el príncipe y su familia tomen sus vacaciones en el Palacio de  Donnafugatta, ayudados por Tancredi quien es un miembro que ha trabajado por la causa y disfruta sus vacaciones  aunque el polvo del camino y de la vida que pasa los vaya dejando inmóviles y gastados.
Luego de aliarse con el pueblo, Tancredi cambia de rumbo y se une a las tropas oficiales azules que apoya la nueva clase política y comercial , que no tiene títulos ni abolengos pero que tiene dinero producto de “ buenos negocios “. Todo parece readecuarse cuando Tancredi se enamora de Angélica, la bellísima hija de Don Calogero, el nuevo dueño del pueblo, quien maneja a su antojo las decisiones políticas del pueblo. Angélica, interpretada por una joven Claudia Cardinale, seduce con su belleza a todos, viejos y jóvenes, aunque sus carcajadas no sean bien recibidas.
En el baile de presentación de Angélica, se unen oficiales azules, ricos, burgueses, nobles y no tan nobles y se llena la sala de una alegría que de ser tanta, parece ficticia, mientras afuera, los otros, los que no están invitados al banquete continúan su lucha, e incluso mueren por ella.
El príncipe simbolizado como  gatopardo, que no es león, ni gato, ni leopardo, deja clara su tristeza en el paso por el camino que recorre a pie para despedirse de lo que alguna vez fue su territorio.
Ni la religión, ni la política pueden dar resguardo al animal cultural que fue la aristocracia y sus títulos dotados por la Naturaleza, por lo genético, por lo que se hereda a través de ser “hijo de “.
¡Una nueva Cultura sin Madre, desligada de lo Natural, se impone….!

Elizabeth Acero Matallana
Cine Club Mister Meebles.
Mayo 2 de 2011

Ese oscuro objeto del deseo

Ese oscuro objeto del deseo. 1977,  LUIS BUÑUEL

Lo masculino y lo femenino están dibujados  y representados en los personajes de Mateo y Conchita; lo masculino, marcado por el deseo de obtener posesión, lo femenino por obtener comunicación, dos lugares distintos, irreconciliables. Como también en lo social, la clase alta y la clase baja,  o la religión y el terrorismo, que se unen en   el grupo terrorista del niño Jesús……. Como siempre Buñuel nos divierte contándonos la comedia y la tragedia de nuestra vida de pareja, de lo social, de lo institucional, la vida que corre en un tren donde nos cuenta su historia a lo Agatha Christie, en el que  igual que  a los pasajeros a quienes cuenta su historia nos llena de deseo por saber el final, el final que no llega,…….. Y gracias  a eso siempre estamos buscando encontrar ese oscuro objeto del deseo.
El ratón atrapado en la trampa, la mosca del vaso de leche y el bebe cerdito; el saco o costal que se registra en varias ocasiones, la escena dramática de la expresión de amor de Conchita  al ser golpeada brutalmente por Mateo, me cuestionan la relación de pareja sado-masoquista hombre-mujer y mujer-hombre, el juego sin salida del ser humano atrapado en el deseo.
¿Que desea Conchita? el dinero de Mateo? el amor de Mateo ?el estatus de Mateo ? La escena del robo de solo 800 francos, que es lo que necesitan para cubrir una necesidad eventual es muy expresiva; los pobres necesitan mucho menos para ser felices, necesitan lo justo.
¿Qué desea Mateo?  La belleza de Conchita, su juventud, recuperar el ímpetu perdido?
Quizás  lo que quiere Mateo es la felicidad de Conchita con lo poco que tiene, Mateo tiene varias posesiones, baúles y maletas, está lleno de cosas que no lo dejan libre, Conchita bota su maleta para tomar el tren en el que va Mateo.

Conchita representada por dos actrices muy distintas, quizá representan, aunque Buñuel, dice que fue una casualidad, (sabemos en sicoanálisis que no hay ninguna casualidad sin causa), la dualidad femenina siempre presente, la temperamentalidad femenina, que solo las mujeres podemos entender.

Parece Buñuel, al igual que Freud, decirnos con este filme ¿Quien entiende a las mujeres? 


Elizabeth Acero Matallana
Cine club Mister Meebles.
25 de septiembre del 2009

martes, 2 de agosto de 2011

" Roma " de Federico Fellini


Ya no desde el aire (como en “La Dolce Vita”) Fellini nos lleva por un recorrido por tierra  a la ciudad de Roma, y es un recorrido  no lineal en el que el pasado y el presente se entrelazan, incluso alcanzando las profundidades de la tierra, a la primera historia que conocemos, guardada quizás, en lo recóndito de la inconsciente memoria que se vuelve borrosa si la queremos traer al presente como las imágenes murarías que encuentran los viajeros constructores del metro y que al contacto con el aire se borran.
El pasado, como eje constructor de nuestro presente, el pasado que tratamos de entender para saber quiénes somos y preguntarnos si somos una sociedad floreciente o decadente y ordinaria; depende de con que la comparemos y es el pasado en este caso, ese punto de apoyo.
La superpoblación y la gran densidad de las ciudades llenas de carros y edificios que ayuda al anonimato de los seres que la contienen, en la que la gran masa sigue anónimamente el movimiento de turno: político, religioso o cultural y los lazos entre estos.
Una ciudad con historia pesa, y ese peso la lleva a ser inspiradora de poetas, escritores y cineastas; es una ciudad llena de monumentos y lugares que se recorren cíclicamente, circularmente y en la que fácilmente perdemos de vista el punto de partida o de llegada. Son ciudades modernas en las que el caos, el transito intransitable y obstruido, la masa humana alrededor de un slogan y el ruido de una sociedad industrializada no permiten ver más allá.
Junto al guión de Fellini, de “Roma Ciudad abierta”, con una Ana Magnani, que da la vida por sus principios, y que es revivida por Fellini en esta cinta de 1972, con “ La Dolce vita “ con un Mastroianni volando por los aires buscando la noticia de una libertad perdida quizás en una máquina de escribir que se está quedando sin libreto, cierra  Federico Fellini la trilogía sobre la ciudad de Roma con  esta cinta titulada “ Roma “ en la que el cine se eleva con su visor para crear ilusiones ,y mostrarnos con la ética del director el mundo de sus ideas.

Elizabeth Acero Matallana
Cine Club Mister Meebles.
Julio 31 de 2011

lunes, 18 de julio de 2011

Noches Blancas

Por: Elizabeth Acero Matallana.

Recreada a partir de la novela del mismo nombre de Fedor Dostoievski , se construye a través de las edificaciones escenográficas del estudio Cinecitta en la Italia de Visconti, en donde sentimos las construcciones ficticias ,puentes y ríos que no percibimos reales y que tratan de mostrar lo que sucede en las noches de un lugar con gente que usa los puentes, sus parajes subterráneos y aledaños para dormir, para acariciarse, para resguardarse…. y en donde enajenados los personajes protagonistas y solitarios solo se ven a sí mismos .
El afuera, más allá del puente, del rio atravesado , lo representa el lector de novelas policiacas que regala a la protagonista (María Shell ) , una mirada diferente de su abuela , tejedora de alfombras y de tradiciones , en una casa de la que es heredera y que será la futura “ pensión “ tan presente en la filmografía italiana de este periodo.

El presente, lo re-presenta Marcelo Mastroianni, en una actuación impecable y discreta, quien busca lo inalcanzable con alguien, a quien quiere consolar de sus lagrimas y tristezas y a quien conoce en el puente recordando al amado que se ha ido . En las noches que siguen a la espera paciente del regreso fallido, juntos recrean el pasado de los recuerdos de ella, recuerdos que se fusionan con el presente y la promesa de un futuro encuentro.
Y en ese presente llega la danza, en donde se toca con los pies el suelo y podemos saltar y elevarnos al unísono con la música y es en ese instante, donde se dibuja el único encuentro de María y Marcelo. La mejor manera de conocer a un hombre, es bailando con él, y ese baile le permite a María el mejor esfuerzo de Marcelo, y es quizás, el único momento donde Visconti nos genera una sonrisa que puede llegar a carcajada.

Sin embargo, la llegada de lo que desconocemos, “lo que puede ser mejor “rompe la conexión frágil que se ha construido y puede más la necesidad de María de ahondar en lo desconocido.

El presente del Marcelo solitario es el fin de la película, donde el solo puede jugar el papel de un ¡espectador más! en la obra de teatro en la que actúan María y el lector de novelas de ficción.

A propósito de Umberto D

Por: Carlos E. Angarita

Pudo haber sucedido antes de la segunda guerra mundial. O pudo ocurrir recién inició la postguerra. O puede ser una situación de hoy. Lo cierto es que la película Umberto D, producida en 1952 y dirigida por Vittorio De Sica, expresa una (in)sensibilidad propia de la sociedad capitalista muy cercana a la (in)sensibilidad de cualquier guerra: para sobrevivir yo, debo dejar morir al otro (como hace la economía capitalista), o matarlo si es preciso (como se hace en la guerra). En tal sentido, el filme es una denuncia de una sociedad que se levanta sobre las ruinas de los seres humanos.

La película comienza con un picado en panorámica: unos edificios gigantes se doblan sobre una mediana masa de hombres, cuando éstos caminan con pancartas por las calles, exigiendo el aumento de sus mesadas pensionales. Los buses parecen atropellar a estos viejos, pues siguen su curso por las arterias viales como si aquellos no existieran. A medida que la cámara se acerca a estos ancianos, lentamente, se resalta su actitud altiva a través de planos medios y de ligeros contrapicados. Pero muy pronto se esfuman sus pretensiones: los jeeps policiales hacen la tarea que los buses de servicio público no completaron y dispersan fácilmente a los ancianos que reclaman su derecho a sobrevivir. La cámara, finalmente, sigue a un hombre canoso, con corbata y sombrero, vestido de paño y que se ha hecho acompañar de un pequeño perro de manchas negras y blancas: son Umberto Doménico Ferrari y su mascota Flike. En adelante, la narración continuará de su mano para descubrir poco a poco la hondura humana del drama social: a De Sica le importa más lo primero, pues es el rezago último de lo segundo.

Umberto D lucha por sobrevivir. Es la idea más obvia que aparece en la historia. Vende un reloj antiguo de pulso y unos libros que mucho estima, muy por debajo de su precio comercial. Pero eso no alcanza, ni juntándolo con su pensión, ni para pagar el alquiler del cuarto donde lleva alrededor de 20 años, ni tampoco para comer. Entonces se alimenta, junto con Flike, en comedores de beneficencia. E intenta obtener la ayuda de viejos colegas, todo en vano. Deambula por calles que pertenecen a autobuses y a tranvías y a gente que es transportada como borrega, siempre a las carreras. Y llega a su habitación donde todo es hostil: una dueña que le exige el pago, que lo insulta y lo humilla, pues alquila en su ausencia, por horas, el cuarto y su cama a furtivas parejas. Alrededor suyo, todos lo victimizan, con la agresión o con la indiferencia disimulada; pero un poco más lejos, el espectador, a medida que pasa el tiempo del filme, no sólo no lo hace, sino que, al contrario, se coloca de su parte y quiere darle la mano que nadie le ofrece, y desea cada vez más hacerle sentir, como lo hace su mascota, que está de su parte. Es el plano más profundo de la narración, el de la sensibilidad humana, extrañamente muy cercana a la canina.

Detrás de su lucha material hay algo de mayor hondura que mueve a Umberto D: la búsqueda de alguien con quién relacionarse. No basta que alguien le compre sus objetos y enseguida lo despida, como hace el mendigo; ni que alguien lo salude formalmente y le niegue su tiempo, como hace su antiguo colega, todavía funcionario; de nada sirve descubrir que hay otros ancianos como él, asistidos por la caridad del Estado; tampoco se trata de que la empleada doméstica le dé, a escondidas, algún pastel y que, a su vez, admita ser maltratada por su patrona y por sus amantes. Él ansía otra cosa: que lo reconozcan como ser humano, como persona. Ser reconocido es experimentar que alguien sabe de su dignidad. La dignidad se reconoce, no se tiene. En el fondo, Umberto D le pide a la sociedad que le reconozca su dignidad, “solamente” eso, y que no lo humille. El espectador lo quiere hacer, tal vez inconscientemente, mediante los recursos cinematográficos que utiliza De Sica: presentar al protagonista en plano medio, en plano americano y en un ligero contrapicado con lo cual, progresivamente, va realzando la imagen de su dignidad.
La trama de la película, en su interior, no “resuelve” esta carencia. Parece una historia escéptica, marcada por el intento de suicidio colectivo que incluye a Umberto D y a Flike, un anciano y una mascota, que nada significan para la sociedad. Pero queda el espectador que a estas alturas ya se siente más que cercano a estos dos personajes y que descubre, junto a ellos, que la vida no es más que eso que empiezan a ver: unos niños que juegan, libres, y se acogen sin más pretensión que experimentar la alegría del momento, con quien sea, porque el extraño, si entra en la lúdica, deja de serlo… Aquí la película se hace humanamente universal.